viernes, 23 de octubre de 2009

El Indec y los bonos

en revista 2010, octubre de 2009

Hablemos de un tema que está de moda: el Indec. No porque esté de moda, sino porque es sorprendente que esté de moda en uno de los contextos de inflación más baja y controlada que ha tenido nuestra convulsionada historia, historia de grandes crisis inflacionarias, crisis que implican, ni más ni menos, un brutal empobrecimiento de los sectores populares.
¿Cuál es el motivo por el cual, durante día y noche, los medios nos torturan con el tema del Indec? ¿Qué es lo que se esconde detrás de todo este circo? Tenemos varios aspectos para analizar.
Empezar por el principio es siempre lo mejor. El Indec, que es el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos, es el organismo estatal que se ocupa de sacar “fotos” a la realidad del país, desde varios puntos de vista. Puede medir cuánto produce la industria, cuántos argentinos hay, cuántos hogares por debajo de la línea de pobreza existen, cómo evolucionan los precios. Para calcular todas estas cosas, se realizan una serie de encuestas y relevamientos de datos y se hacen cálculos estadísticos, que no nos interesan para nada. Lo importante es que el Indec permite al Estado contar con información que es de suma importancia para ejecutar políticas públicas, de toda índole. Es el organismo recolector de datos por excelencia.
Pero más allá de que recolecta datos y, por ende, parecería ser algo “objetivo”, la realidad es que según qué datos recolecte y qué valores tengan, tanto las políticas a aplicar como los intereses que se esconden detrás de estos datos, varían. Para que nos quede más claro: es como un chico que quiere faltar al colegio y le dice a la madre que tiene fiebre…no va a querer que su mamá controle el termómetro, sino que intentara controlarlo él, ponerlo en el velador y comprobar que tiene fiebre para así faltar al colegio… Exactamente esto es lo que ocurre con el Indec. El fuerte cuestionamiento que se construyó desde los medios de comunicación, haciendo base en profesionales que han salido de la universidad pública para luego ser funcionales a un cuestionamiento de lo público, y haciendo base en cierto “progresismo” que evalúa las formas más que el contenido, tiene que ver con la discusión de quién controla y maneja el termómetro. Lo que está en juego no es ni más ni menos que la apropiación de forma privada de un organismo público, la apropiación de los sectores dominantes de un organismo que, según la información que arroje, aumenta o no sus privilegios. Antes, los sectores dominantes no requerían de esto porque controlaban el Estado en forma integral. Hoy, con un proceso popular en marcha, no les queda otra que cuestionar su funcionamiento, que no es más que cuestionar su condición de organismo público al servicio de un proceso político de transformación.
Pero ¿por qué estos sectores están tan empecinados con controlar el Indec? La respuesta es material y concreta: porque muchos de los bonos de la deuda externa, de los cuales los principales acreedores tienen que ver con los grupos económicos afines a grupos mediáticos, tienen su tasa de interés atada a la inflación. Esto quiere decir, sencillamente, que cuanta más inflación haya, más plata ganan. Así de sencillo.
Vamos a palabras conocidas de oído por todos, que no sabemos bien que significan, y que al ponerlas juntas nos pueden demostrar muchas cosas. El CER es un coeficiente que elabora el Banco Central de forma diaria, y que sirve para ajustar tasas de interés de operaciones financieras o inmobiliarias, y se basa en la inflación, por lo tanto, en el Índice de Precios al Consumidor (IPC). Entonces, si el IPC aumenta, por ende la inflación, el CER permitirá que se ajusten mejor los intereses de las operaciones inmobiliarias y financieras, por ejemplo. Principalmente, los bonos de deuda, por lo cual el Estado termina pagando más deuda porque aumentan los intereses a los tenedores de los bonos.
Paradójicamente, muchos de los tenedores de bonos de deuda están, a su vez, relacionados con los principales formadores de precios de la argentina. Pareciera ser que la inflación es un negocio redondo: además de quedarse con más plata por vender sus productos al mercado interno a precios internacionales, diluyendo así el salario de los trabajadores, ganan también y mucho por otra ventanilla, la de los bonos de la deuda, que a cuanta mayor inflación más dinero les remiten. Esto no es más que seguir viviendo de la bicicleta financiera, siempre a costa del empobrecimiento de los sectores populares.
Ahora pareciera que todos, absolutamente todos, morimos esperando los datos de la inflación de cada mes. Si es 0,2 o 0,4 más que el mes anterior. Todos esperamos los datos para confirmar como el gobierno “dibuja”, y creerle a “sondeos privados” que muy sospechosamente proliferan. Esperan agazapados poder reemplazar al Estado en una función tan vital como es la que cumple el Indec. El gobierno dibuja con la inflación, pero cuando dice que se desaceleró tal o cual sector de la industria, ahí si le creemos. El Indec dice la verdad cuando dice cosas malas, y miente cuando dice cosas buenas. Dice la verdad cuando se trata de cuestiones que no afectan los intereses de los sectores dominantes, miente cuando afecta dichos intereses.
La inflación, como otras muchas cuestiones del mundo de la economía, se convierte así en profecía autocumplida. Como el cuento de García Márquez “Algo muy grave va a suceder en este pueblo”. Son tantos los intereses que se esconden detrás de la inflación, que no hay nada mejor que un pueblo a la espera de la misma para poder hacerla realidad en cualquier momento. Así se construyeron los procesos inflacionarios en la Argentina. Hoy, gracias al modelo económico que se inicio en el 2003, los sectores dominantes la tienen más difícil, principalmente porque no controlan resortes del Estado que antes si controlaban, que definen políticas públicas, y porque existe una voluntad popular que acompaña y es participe de esas definiciones. Es muy difícil, hoy, venderle al pueblo que lo privado es mejor que lo público, en parte por la propia experiencia que se vivió al respecto, en parte por los avances que este modelo económico provocó, que se acompañan con mayores niveles de conciencia al respecto.
Entonces la pregunta del millón es: ¿vale la pena el precio en credibilidad que el gobierno paga por sostener un índice de inflación, en teoría, más bajo que “el real”? La doña que va al supermercado es muy probable que se siga guiando por los precios del supermercado que por el Indec. El pueblo no ha dejado de dormir a la espera de los nuevos índices. A lo sumo, asocia que lo que dice el Indec no es lo que dice el supermercado. Y eso por supuesto que es nocivo, porque desde los medios no se plantea este problema de fondo, sino simplemente que el gobierno dibuja y miente, sin mucho sentido del porqué. Ahora bien: es una decisión totalmente soberana de este gobierno y de su modelo económico, destinar dinero del Estado a obra pública, trabajo, programas sociales y cooperativas de trabajo, por sobre pagar mayor interés a los tenedores de bonos de deuda. Y ahí está el punto central de la cuestión. Eso es lo que a los sectores dominantes les molesta, porque ahí está en discusión el rol del Estado, ese Estado que muchos de ellos tuvieron en sus manos para ajustar al pueblo y sostener sus privilegios.
Que el Estado destine más dinero a políticas públicas de inclusión y crecimiento es una definición política de este gobierno, innegociable. Es preferible no publicar datos reales acerca de la inflación que publicarlos y beneficiar a los especuladores de siempre. Y decimos no publicarlos porque es seguro que el Estado cuenta con esos datos, sólo que no los pública para no tener que ajustar a través del CER los bonos de la deuda. Es el costo a pagar por sostener definiciones políticas que no son más que perjudicar a ciertos sectores que quieren seguir especulando, y como todo enfrentamiento de intereses, no es para nada sencillo.
Hoy en día se está pensando en desatar estos bonos de deuda al CER, lo cual dejaría sin especulación a través de la inflación a estos sectores. Ese podría llegar a ser el primer paso de desatar el nudo gordiano del problema del Indec.
Nosotros como GEENAP creemos que es importantísimo que el Estado cuente con las herramientas necesarias para definir políticas públicas, y en este caso muchas de estas herramientas las proporciona el Indec. Creemos que no se trata de un problema metodológico sino político, y no queremos que su cuestionamiento sea funcional a los sectores dominantes que se esconden atrás de los “sondeos privados”. Pero por sobre todo creemos, y seguimos creyendo, que el Estado debe seguir y profundizar las líneas de políticas públicas desarrolladas hasta acá: fomento a la industria y el empleo, obra pública, emprendimientos productivos, cooperativas de trabajo, mejorar la salud y educación públicas, intervenir en la economía como hace mucho no se hacía. Creemos que estas cuestiones de fondo, que cambian la materialidad de nuestros compañeros en los barrios, son mucho más constructoras de conciencia acerca de lo que implica un Proyecto Nacional, mucho más fuertes que lo que puedan decir los medios acerca del Indec. Seguimos creyendo en eso, y por eso entendemos la política oficial sobre el Indec, que ni más ni menos, permite que el Estado tenga disponible más dinero para esta políticas mencionadas que para pagarle a los tenedores de bonos mayores intereses por los mismos. Y eso, ni más ni menos, es distribución de la riqueza.

viernes, 16 de octubre de 2009

LA INVERSIÓN EXTRANJERA DIRECTA

Juan santiago Fraschina, Buenos Aires económico, 11 de octubre de 2009.

El conflicto entre la empresa Kraft Foods (empresa norteamericana), ex Terrabusi, con sus trabajadores puso nuevamente en el centro del debate el tema de la inversión extranjera directa.
La economía argentina a lo largo de su historia fue receptora de inversiones externas. Durante el modelo agroexportador (1880-1930) la construcción de la infraestructura se realizó en base a la inversión foránea. En efecto, la construcción de los ferrocarriles como de los distintos servicios públicos son ejemplos de inversión externa durante el modelo agroexportador.
Incluso, en la etapa de industrialización por sustitución de importaciones (1930-1976) la argentina recibió gran cantidad de inversión desde el extranjero. Este fenómeno se puede observar sobre todo, y más allá de sus diferencias sustanciales, durante las presidencias de Arturo Frondizi (1958-1962), a partir de la aplicación del modelo denominado desarrollista, y de Ongania (1966-1970).
Sin embargo, fue durante el modelo de Convertibilidad (1991-2001) donde se verificó el mayor avance de la inversión extranjera. En otras palabras, si bien la economía argentina venía experimentando un alto grado de extranjerización, a partir del régimen convertible y las políticas neoliberales aplicadas durante la década del noventa, la presencia de empresas extranjeras alcanzó niveles inusitados.
Esta mayor presencia de empresas extranjeras en la economía argentina durante los años noventa fue un fenómeno generalizado desde el punto de vista sectorial. Es decir, la extranjerización se produjo en el sector manufacturero pero también en el sector servicios, en la minería, en el sistema bancario, en el sector agropecuario, en el sector energético y en los distintos servicios públicos.
Las causas de este abrupto crecimiento fueron varias . En primer lugar, debemos destacar los factores internacionales que jugaron un papel fundamental en el crecimiento de la inversión extranjera directa en la economía argentina durante el modelo de Convertibilidad. Durante estos años a nivel internacional se verificó un aumento de la inversión dirigida hacia los países del Tercer Mundo, debido principalmente al crecimiento de la competencia internacional que condujo a las multinacionales a buscar nuevos mercados y fuente de aprovisionamiento, a los cambios tecnológicos de la norma de consumo y de los procesos productivos impulsados por el proceso de globalización y la necesidad de instalarse por parte de las empresas extranjeras en todos los mercados principales donde estaban presentes sus mayores competidores.
Sin embargo jugaron un papel fundamental los factores internos como causantes principales de la instalación de firmas extranjeras en la economía argentina. Uno de estos factores locales fue el aprovechamiento por parte de las firmas foráneas del mercado interno, incluyendo el Mercosur. En este sentido, la conformación del Mercosur fue un factor fundamental, y muy especialmente en el sector automotor y autopartes sobre todo para las firmas de origen europeo y estadounidense, como por ejemplo, la Fiat, Renault, General Motors y Chrysler.
Pero existieron otros factores internos que complementaron al mercado interno, y que incluso en algunos casos fueron más importante para la instauración de empresas extranjeras. Entre ellos debemos destacar al programa de privatización de los servicios públicos llevado adelante durante los años noventa, principalmente debido a que el gobierno exigió como condición para hacerse cargo de las empresas estatales una cierta antigüedad en la operación del servicio, lo cual implicaba obligatoriamente la participación de las firmas extranjeras al no existir ninguna empresa nacional privada con experiencia previa en la operación de los servicios públicos privatizados.
También fue importante para el crecimiento de la inversión extranjera directa la decisión clara de estimularla, profundizando de esta forma las políticas económicas introducidas por la dictadura militar de 1976 al terminar de desmantelar las restricciones y regulaciones para la instauración de empresas extranjeras en la economía argentina, pasando del control a la promoción de la inversión extranjera directa. En efecto, en los años noventa se promulgaron una serie de leyes tendientes a profundizar el proceso de liberalización de la inversión extranjera directa. De esta manera, se eliminaron todas las restricciones para la inversión de las empresas extranjeras en la economía argentina.
Ahora bien, la pregunta central es ¿cuáles fueron las consecuencias económicas de la mayor presencia de empresas extranjeras en la economía argentina?, o de otra manera ¿la mayor inversión extranjera directa experimentada durante la década del noventa contribuyó al desarrollo nacional?
Cuando se analiza la repercusión de las empresas foráneas en la economía nacional puede describirse los siguientes resultados. En primer lugar, el incremento de la inversión extranjera directa contribuyó escasamente a la formación de capital en la economía argentina debido fundamentalmente a que predominó la inversión extranjera vía fusiones y adquisiciones en comparación con la destinada a la ampliación de la capacidad productiva.
Con respecto al comercio exterior las empresas transnacionales exhibieron una tendencia mayor que las firmas locales a experimentar déficit comerciales. Salvo las empresas transnacionales orientadas a las exportaciones, el resto de las firmas extranjeras tuvieron una tendencia a funcionar con déficit comercial.
Mientras que las empresas locales experimentaron una mayor propensión a las ventas externas que a las importaciones, todo lo contrario sucedió con las empresas transnacionales. Estas últimas tuvieron durante el modelo de Convertibilidad una mayor orientación importadora en casi todos los sectores económicos. Una de las causas fundamentales que nos permite explicar este comportamiento es la facilidad que las firmas extranjeras tuvieron para la obtención de productos importados desde otras filiales de la corporación.
En términos de la Balanza de Pagos la inversión extranjera fue de gran importancia para su financiamiento. Sin embargo, dicho efecto positivo de las inversiones extranjeras directa sobre el saldo de la cuenta de capital se contrapuso al efecto fuertemente negativo que se verificó en la cuenta corriente como consecuencia del aumento de las empresas extranjeras durante el modelo de Convertibilidad.
Este efecto negativo se debió fundamentalmente a partir del incremento de la remisión de utilidades y dividendos por parte de las empresas transnacionales insertadas en la economía argentina hacia sus casas matrices.
Este fenómeno demuestra que las empresas extranjeras tuvieron una reducida propensión a la reinversión de utilidades en la economía argentina; lo cual se encuentra estrechamente vinculado con la mayor facilidad que existía en el régimen convertible para la remisión de utilidades por parte de las filiales de las empresas transnacionales insertadas en la economía argentina.
Asimismo, debemos agregar otras vías de transferencia de utilidades que fueron sumamente significativas por parte de las empresas transnacionales, como por ejemplo, a través de pagos por licencias e insumos tecnológicos, precios de transferencias en el comercio intrafirma, entre otros métodos.
Sumando todo lo anteriormente expresado podemos extraer algunas conclusiones acerca del impacto de la inversión extranjera directa en el Balance de Pagos. En primer lugar, y en contraposición de las empresas nacionales, las firmas transnacionales presentaron durante el modelo de Convertibilidad un déficit en su balanza comercial. Por otro lado, las empresas extranjeras experimentaron durante este período un déficit en el rubro servicios reales, intereses, utilidades y dividendos. Podemos concluir entonces que las empresas transnacionales arrojaron un fuerte déficit en la cuenta corriente de la Balanza de Pagos.
En conclusión, considerando la cuenta de capital la inversión extranjera directa implicó la conformación de un saldo positivo como resultado del aumento de la inversión extranjera directa. Sin embargo, en forma global el aporte de las empresas extranjeras en el Balance de Pagos fue casi nulo o incluso negativo durante el modelo de Convertibilidad debido a que los efectos positivos en la cuenta de capital como resultado del ingreso de inversión extranjera directa era compensado por el déficit generado en la cuenta corriente provocado a partir de la operatoria de las filiales de las empresas transnacionales insertadas en la economía argentina.
Por otro lado, en relación al comercio exterior las empresas extranjeras experimentaron una concentración de sus exportaciones en productos primarios, particularmente de origen agropecuario. Asimismo, dentro de los productos industriales exportados por las empresas extranjeras se destacaban los bienes basados en recursos naturales, sobre todo de nuevo los relacionados con el sector agrario . Asimismo, a partir del modelo de Convertibilidad comenzaron a ser importante las exportaciones mineras y energéticas de las empresas transnacionales fundamentalmente con la privatización de YPF a Repsol y de la iniciación de varios proyectos mineros por parte de firmas extranjeras.
Por lo tanto, al analizar las características de las exportaciones de las empresas transnacionales podemos establecer que las mismas se concentraron en productos poco sofisticados y de poco valor agregado en los cuales la economía argentina tradicionalmente tuvo ventajas comparativas. De esta forma podemos establecer que el aumento de las empresas extranjeras no contribuyeron a mejorar el perfil exportador de la economía argentina, concentrándose sus ventas en los productos primarios y bienes basados en recursos naturales; reproduciendo la orientación exportadora que tuvo la economía argentina desde el modelo agroexportador.
Por otro lado, las empresas extranjeras tuvieron una baja intensidad de los gastos en inversión y desarrollo, es decir, la intensidad de los esfuerzos innovativos por parte de las empresas foráneas fue bajo. Por lo tanto, una de las consecuencias del aumento de la inversión extranjera directa fue la creciente transnacionalización de la oferta tecnológica, tanto en la incorporación de bienes de capital como de insumos estratégicos con el objetivo de diferenciar los productos.
Es decir, y por todo lo anteriormente dicho, la mayor presencia de las empresas extranjeras durante la década del noventa profundizaron la inserción periférica de la economía argentina en el mercado internacional. Dicho de otra forma, la inversión extranjera directa se transformó en un obstáculo para el desarrollo económico y social de la Argentina.
El colonialismo mental de los economista ortodoxos se centra en dos premisas: a) la dependencia al Fondo Monetario Internacional y al sistema financiero internacional para el financiamiento y b) la importancia de la inversión extranjera directa en el desarrollo nacional.
Sin embargo, tanto el organismo financiero como las empresas foráneas sólo contribuyeron a la dependencia del país y a la consolidación de una economía proveedora de materias primas sin desarrollo nacional.
A partir del 2003 se consolidó en la Argentina un nuevo modelo de desarrollo sustentado en la valorización productiva, basada fundamentalmente en el proceso de reindustrialización de la economía argentina, y la inclusión social, centrada en la generación de puestos de trabajo.
Para el desarrollo de este nuevo modelo fue fundamental el pago al Fondo Monetario Internacional para evitar las condicionalidades impuestas por el organismo que nos llevaron a la degradación económica y social. Por lo tanto, es momento de centrarnos en el otro punto necesario para el desarrollo del país: la nacionalización de la economía argentina.