viernes, 12 de junio de 2009

FMI O BANCO DEL SUR

por Juan Santiago Fraschina
Pagina 12, 7 de junio de 2009, Suplemento Cash


Luego del fracaso del paradigma neoliberal en América Latina impuesto por el Fondo Monetario Internacional en representación de los países centrales, se produjo el surgimiento de gobiernos críticos a la visión monetarista de la economía.
En este sentido, surgieron en la región distintos gobiernos opuestos a los programas de ajuste, privatización, desregulación de los mercados y la apertura comercial. Entre ellos podemos mencionar el caso de Lula Da Silva en Brasil, Chávez en Venezuela, Evo Morales en Bolivia y Correa en Ecuador, entre otros.
En la Argentina, este descontento con las políticas neoliberales se materializó a partir del gobierno de Néstor Kirchner donde la intervención del Estado junto con la integración regional se transformaron en las dos premisas fundamentales para el desarrollo de un nuevo modelo de valorización productiva donde la industria manufacturera volvió a transformarse en uno de los sectores económicos más importante de la economía argentina y donde la creación de trabajo se consolidó como la política central en la inclusión social.
A tal efecto, tanto el gobierno de Kirchner como el resto de los gobiernos latinoamericanos decididos a romper con la tradición neoliberal comenzaron la tarea de construir una nueva arquitectura financiera que le diera más independencia económica a los gobierno de la región.
Esta nueva arquitectura financiera que implica librarse de las condicionalidades impuestas por los organismo internacionales se materializó en dos medidas íntimamente relacionadas: por un lado, el pago al Fondo Monetario Internacional y, por otro lado, la constitución del Banco del Sur.
El Fondo Monetario Internacional se creó una vez finalizada la Segunda Guerra Mundial (1939 – 1945). En efecto, en julio de 1944, cuando se acercaba el fin de la guerra, se concretó el llamado Tratado de Bretton Woods entre los gobiernos aliados, quienes sabiendo del triunfo comenzaron a trazar los diferentes mecanismos para la reconstrucción de las distintas economías y el comercio internacional una vez finalizada la guerra.
Se estableció, entre otras cosas, la constitución de distintos organismos internacionales con el objetivo de ordenar la economía y las finanzas internacionales para la posguerra. Una de estas instituciones fue el Fondo Monetario Internacional.
De esta forma, el 1º de mayo de 1947 el Fondo Monetario Internacional dio comienzo formalmente a sus operaciones. En el articulo I del Convenio Constitutivo del organismo internacional se establecieron los distintos objetivos para la creación del mismo:

Fomentar la cooperación monetaria internacional por medio de un instituto permanente que sirviera como mecanismo de consulta y colaboración en cuestiones monetarias internacionales.
Facilitar la expansión y el comercio equilibrado del comercio internacional, contribuyendo así a alcanzar y mantener altos niveles de ocupación y de ingresos reales, y a desarrollar los recursos productivos de todos los países miembros como objetivos primordiales de política económica.
Fomentar la estabilidad cambiaria, procurar que los países miembros mantuvieran regímenes ordenados y evitar depreciaciones cambiarias competitivas.
Coadyuvar a establecer un sistema multilateral de pagos para las transacciones corrientes que se realizaran entre los países miembros, y eliminar las restricciones cambiarias que dificultasen la expansión del comercio mundial.
Infundir confianza a los países miembros, poniendo a su disposición temporalmente y con las garantías adecuadas los recursos generales del Fondo, dándoles así oportunidad de que corrigieran los desequilibrios de sus balanzas de pagos sin recurrir a medidas perniciosas para la prosperidad nacional e internacional.
De acuerdo con lo que antecede, acortar la duración y aminorar el grado de desequilibrio de las balanzas de pagos de los países miembros.
Es decir, guiándonos por estos enunciados el objetivo fundamental del Fondo Monetario Internacional debía ser lograr un desarrollo equilibrado de las distintas economías y del comercio internacional, colaborando incluso con el crecimiento de los países subdesarrollado.
Sin embargo, el resultado de la actuación del organismo internacional fue otro. En efecto, el accionar del Fondo Monetario Internacional terminó siendo funcional a los países desarrollados en detrimento de los países en desarrollo.
En particular en la Argentina, el Fondo Monetario Internacional fue totalmente funcional a los distintos sectores dominantes locales y extranjeros y en contra de los intereses sobre todo de los sectores populares pero también de la clase media. La intervención del Fondo Monetario Internacional ha condicionado el desarrollo del país a los intereses de las grandes multinacionales y de los sectores dominantes internos.
La pregunta inmediata entonces que uno se tiene que hacer es ¿cómo el Fondo Monetario Internacional condicionó el desarrollo económico y social de la Argentina?. O de otra manera ¿cómo el accionar del organismo internacional terminó beneficiando a los sectores dominantes internos y externos y perjudicando a los sectores populares y la clase media argentina? Para responder estas preguntas es fundamental entender como funciona el organismo internacional.
Una de las funciones centrales que comenzó a tener el Fondo Monetario Internacional fue la de conceder fondos a los distintos países, sobre todo los subdesarrollados que son los que tienen menos posibilidades de acceso al financiamiento externo.
Cuando el organismo internacional otorga un respaldo financiero al gobierno argentino, como a cualquier otro gobierno, este último debe comprometerse a adoptar una serie de medidas de política económica con el objetivo central de garantizar el cumplimiento en el pago de la deuda externa. Ese compromiso del gobierno nacional se conoce como “condicionalidad”.
El Fondo Monetario Internacional exige la presentación de una “carta de intención” o también denominada como “memorando de política económica y financiera”, en la cual el gobierno nacional describe las medidas que implementará durante el período de acuerdo como contrapartida al respaldo financiero otorgado por el organismo internacional.
La función del Fondo Monetario Internacional es, por lo tanto, la aprobación del memorándums mandado por el gobierno nacional a cambio de ayuda financiera. Posteriormente, el organismo internacional se encarga de controlar y fiscalizar la aplicación de las distintas políticas económicas detalladas en el memorándums.
De esta forma, el Fondo Monetario Internacional fue imponiendo a los países subdesarrollados, y particularmente a la Argentina, los distintos paquetes económicos que terminaron beneficiando a los sectores dominantes y perjudicando a los sectores más humilde de la población. Efectivamente, las políticas económicas exigidas por el organismo internacional generaron un aumento abrupto del desempleo, la pobreza, la indigencia y la concentración del ingreso.
En este sentido, cuando se analiza la trayectoria seguida por la economía argentina desde mediados de la década del setenta hasta el 2001 se vislumbra claramente el objetivo a largo plazo del Fondo Monetario Internacional en representación de los sectores dominantes nacionales y extranjeros.
El camino comenzó con la reforma financiera introducida por Martínez de Hoz que implicaba, entre otras cosas, la prohibición al Banco Central para financiar los déficits públicos. A partir de esta medida, se generó la necesidad por parte del Estado nacional de endeudarse para financiar sus desequilibrios fiscales.
Como resultado de la escasez de capitales domésticos, el Estado nacional debió recurrir a la deuda externa, colocando bonos en el mercado financiero internacional. Una vez que el proceso de endeudamiento se encontraba en marcha, la prioridad pasó a ser el de alimentarlo al mismo tiempo que cobrar intereses y comisiones.
A partir de este momento, comenzó a ser fundamental obligar al Estado la aplicación de todas las medidas necesarias para garantizar el pago de los servicios de la deuda. El Fondo Monetario Internacional se transformó en la institución imprescindible para vigilar, fiscalizar y garantizar el pago de la deuda externa por parte del Estado argentino.
De esta forma, los distintos paquetes del organismo internacional exigidos a la Argentina como contrapartida de ayuda financiera se centraron desde la reducción del gasto público que no corresponde al pago de la deuda externa a transformaciones estructurales como el programa de privatizaciones.
En la década del ochenta el Fondo Monetario Internacional impuso los programas de ajuste estructural aplicados por el gobierno de Alfonsín con el objetivo central de reducir el gasto público para pagar la deuda externa. Por su parte, en la década del noventa el organismo estableció el Consenso de Washington llevado a cabo por el gobierno de Menem y que implicaba, entre otras cosas, la transferencia de las empresas públicas al sector privado, la eliminación del proteccionismo al mercado interno y la desregulación de los mercados.
El resultado de estos programas para la economía argentina fue el crecimiento de la deuda externa y la fuga de capitales, la extranjerización de la economía argentina, la desindustrialización y el aumento de la exclusión social.
Por lo tanto, este organismo internacional a partir de la década del ochenta, y utilizando como condicionante el fuerte endeudamiento externo generado durante la dictadura militar, ha intervenido en forma creciente en la aplicación de diferentes políticas económicas funcionales a los sectores dominantes, internos y externos, en detrimento de los sectores medios y populares a cambio de la posibilidad de acceder al financiamiento externo.
Con la asunción de Néstor Kirchner a la presidencia se inició un nuevo modelo de desarrollo distinto al que se venía aplicando desde mediados de la década del setenta en consonancia con los programas del Fondo Monetario Internacional y de los intereses de los países centrales.
No sólo el sector productivo volvió a ser el centro de la economía argentina, sino además el sector manufacturero fue una de las actividades económicas que más creció. En efecto, después de la construcción el sector industrial fue la actividad económica que más se expandió durante la etapa kirchnerista.
En este sentido, a partir de la asunción de Néstor Kirchner a la presidencia se consolidó nuevamente un modelo de valorización productiva, siendo la industria uno de los sectores centrales de la economía argentina. De esta forma, con el nuevo modelo económico se terminó con el modelo de valorización financiera iniciado con la dictadura militar de 1976, donde el sector especulativo – financiero era el eje ordenador de la economía argentina.
Junto con el proceso de reindustrialización, el segundo rasgo fundamental de la etapa kirchnerista es la generación de puestos de trabajo. Esto es, el trabajo, como dijimos, se transformó en la política social fundamental. Por lo tanto, el modelo de valorización productiva, y particularmente el crecimiento del sector manufacturero, se tradujo en una fuerte reducción del desempleo y subempleo, lo cual implicó una disminución abrupta de la pobreza y la indigencia.
También dentro de las políticas sociales centrales del nuevo modelo de desarrollo se encuentra el tema de la previsión social. A partir de la presidencia de Kirchner se produjo aumentos constantes de las jubilaciones.
Asimismo, otro rasgo central de la etapa kirchnerista es el aumento de la solidez de la economía argentina. La consolidación de los superávit gemelos, es decir, tanto el fiscal como el comercial, sumado al aumento de las reservas del Banco Central de la República Argentina (BCRA) permitieron un mayor grado de autonomía y de solidez de la economía.
Es importante destacar con respecto al superávit fiscal que el mismo se consiguió al mismo tiempo que se aumentaba el gasto público. Es decir, el equilibrio fiscal en la etapa kirchnerista no se logró a partir de un ajuste fiscal permanente, sino que por el contrario la clave fue el aumento constante de la recaudación tributaria, lo cual permitía incrementar el gasto público al mismo tiempo que sostener un superávit en las cuentas públicas.
Por otro lado, durante el nuevo modelo de desarrollo se produjo una tendencia hacia la mayor progresividad del sistema tributario. El aumento de las retenciones a las exportaciones permitió que se reduzca la participación del IVA en la recaudación total. Por lo tanto, en la actualidad, y a diferencia de la década del noventa, existe un mayor aporte de los sectores de altos ingresos en el sostenimiento del gasto público.
Con respecto a la mayor solidez de la economía argentina debemos sumarle el proceso de desendeudamiento en términos del producto que se produjo durante el nuevo modelo de desarrollo. Esto se debió a la reestructuración exitosa de la deuda pública que implicó una quita de capital e intereses y al pago de la deuda contraída en años anteriores con el Fondo Monetario Internacional.
Este rasgo de la economía permite afrontar con más fortalezas las recurrentes crisis económicas a nivel internacional. En la década del noventa cualquier crisis (México, Rusia, Brasil, los tigres Asiáticos) se traducían en una abrupta crisis económica y social en la Argentina. Esto se debía fundamentalmente a la fuerte dependencia del sistema financiero internacional durante la década del noventa que implicaba un crecimiento permanente de la deuda externa pública, sumado al déficit fiscal y comercial que se experimentaba durante este período.
En la actualidad a partir de la mayor solidez de la economía argentina, la crisis “mundial” desatada en la economía norteamericana y que se trasladó a la mayoría de los países desarrollada no se tradujo en una hecatombe económica y social. En medio de una de las mayores crisis que se produjo en los países centrales la economía argentina esta experimentando solamente un proceso de desaceleración de su producto, pero no una abrupta caída como se producía en la década del noventa.
Es cierto que mayor solidez no significa invulnerabilidad. Las crisis mundiales siguen repercutiendo en nuestra economía. Sin embargo, no con el nivel de profundidad que repercutían en la década del noventa.
En resumen, los tres rasgos centrales de la economía kirchneristas son: un modelo de valorización productiva donde el sector manufacturero es el centro de la economía argentina siendo la generación de puestos de trabajo y el aumento de las jubilaciones la mayor política social para eliminar la pobreza y la indigencia, sostenido por una mayor solidez de la economía argentina que permite transitar las crisis “mundiales” sin que se traduzca en una hecatombe económica y social.
Estas características estructurales de la economía kirchnerista se sostienen a partir de dos premisas fundamentales: una fuerte intervención estatal y un aumento en la integración regional.
En este nuevo modelo económico la construcción de una nueva arquitectura financiera para la economía argentina era fundamental.
Para tal efecto, a fines de 2005 el gobierno de Néstor Kirchner decidió cancelar anticipadamente la deuda total de la Argentina con el Fondo Monetario Internacional. El pago, que se realizó con reservas de libre disponibilidad del Banco Central, representó 9.810 millones de dólares que en ese momento significaba el 36,6% de las reservas del Banco Central.
Es importante destacar que esta misma medida fue adoptada por el gobierno de Brasil encabezado por Lula Da Silva que, con anterioridad al gobierno argentino, también canceló anticipadamente con reservas del Banco Central de Brasil su deuda con el organismo internacional que era de 15.500 millones de dólares.
Pero al pago al Fondo Monetario Internacional no debe ser analizado en forma aislada. En forma paralela, el gobierno de Néstor Kirchner impulsó, junto a otros gobiernos de América Latina, la conformación del Banco del Sur.
El objetivo central de la creación del Banco del Sur es la constitución de una banca subregional para contrarrestar el poder de la banca internacional en general y de la banca multilateral de desarrollo como el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el Banco Mundial (BM).
En este sentido, la constitución del Banco del Sur se inscribe en la construcción de una nueva arquitectura financiera regional y la búsqueda de nuevas modalidades de financiamiento al desarrollo de los países de América del Sur. Esto se debe a que en el financiamiento a proyectos de desarrollo realizados por la banca multilateral continúan las mismas presiones llevadas a cabo con anterioridad por el Fondo Monetario Internacional enmarcados en el paradigma monetaristas y neoliberal.
Por lo tanto, la conformación del Banco del Sur tiende a buscar la protección de los países de la región de la globalización financiera al mismo tiempo que busca evitar la intromisión de los organismos internacionales a través de la política de condicionalidad en los asuntos internos de los países latinoamericanos.
De esta forma, el pago de la deuda externa al Fondo Monetario Internacional por parte del gobierno de Kirchner significa algo más que el proceso de desendeudamiento del Estado Nacional. Efectivamente, significa liberarse de una institución que a través de sus exigencias, en sintonía con los grupos dominantes, era un impedimento para el desarrollo social y económico del país.
En contraposición a lo realizado por el kirchnerismos, desde la oposición existe fuertes presiones para que la Argentina vuelva al Fondo Monetario Internacional. En efecto, economistas como Prat Gay de la Coalición Cívica proponen la reducción de las retenciones al agro y el bache financiero que esto genera al Estado cubrirlo con deuda externa tomada en el organismo internacional.
La disyuntiva es clara. O volvemos al Fondo Monetario Internacional para que a través de sus condicionalidades nos imponga nuevamente los programas económicos que generan desinductrialización y exclusión social, o consolidamos el Banco de Sur para fortalecer el modelo de valorización productiva con inclusión social iniciado en el 2003.

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