lunes, 22 de marzo de 2010

Sobran los dólares

Juan santiago Fraschina, Buenos Aires Económico, 19 de marzo de 2010.

La escasez de dólares fue una de las características centrales de la economía argentina, siendo su contraparte que el sector externo históricamente fue uno de los causantes principales de crisis recurrentes para la economía nacional. En otras palabras, la Argentina se caracterizó por constantes estrangulamientos externos debido a la fata de dólares que condujeron a una inestabilidad sistémica de la economía argentina.
La industrialización por sustitución de importaciones: En el modelo de industrialización por sustitución de importaciones iniciado a partir de la crisis de 1929 los “cuellos de botellas” en el sector externo se debían fundamentalmente a la necesidad creciente por parte del sector manufacturero de la importación de maquinas e insumos industriales, conduciendo a la economía argentina en forma permanente a déficit comerciales insostenibles.
En efecto, las industrias más dinámicas durante este modelo de acumulación fueron las manufacturas que integran el núcleo central de la denominada fase de “sustitución fácil de importaciones” compuestas por los bienes de consumo. En este sentido, el proceso de industrialización estuvo liderado por industrias como la textil, el sector automotor y artefactos eléctricos, entre otros.
De esta forma, las maquinarias y los insumos industriales necesarios para la producción de los bienes de consumo eran fundamentalmente importados. A partir de este rasgo, se consolidó una características del proceso de industrialización de la economía argentina: el crecimiento generaba un fuerte aumento de las importaciones para abastecer la producción manufacturera, provocando serios problemas en la balanza comercial.
A esto debemos sumarle límites desde el punto de vista microeconómicos. Los productos elaborados internamente eran frecuentemente copias de un diseño extranjero rezagado con respecto al desarrollo tecnológico internacional. Esto último se debía a que gran parte de las industrias locales poseían equipamientos físicos compuestos por maquinas usadas con un alto grado de obsolencia físico y tecnológico. A esto tenemos que agregarle la ausencia de un fuerte mercado de capitales para financiar a las firmas en la adquisición de maquinarias tecnológicamente avanzadas.
Todos estos fenómenos generaron que la industria argentina sea escasamente competitiva, lo cual provocaba que dependía fuertemente del alto nivel de proteccionismo al mismo tiempo que se carecía de exportaciones del sector manufacturero.
La suma de todos estos factores condujo a la consolidación en la economía argentina del denominado modelo stop and go. Este modelo se desarrolló fundamentalmente debido a que la industria argentina necesitaba de una creciente cantidad de divisas para importar los bienes de capital y los insumos industriales, pero al no poder exportar por ser industrias poco competitivas no le permitía conseguir al sector manufacturero sus propias divisas; transformándose en una de las limitaciones más importante del proceso de industrialización de la economía argentina.
Por lo tanto, durante la industrialización por sustitución de importaciones el estrangulamiento del sector externo era una situación común y permanente en los períodos de reactivación económica. Como dijimos anteriormente, al sustituirse manufactura liviana se necesitaba del extranjero los insumos intermedios de la producción industrial (como aluminio, productos siderúrgicos en general entre otros) y bienes de capital. De esta forma, al expandirse la economía y crecer el producto manufacturero, aumentaban también las compras externas de insumos para ese sector; tendiendo a generar saldos negativos en el comercio en la medida en que las exportaciones no acompañaban con un dinamismo similar.
A su vez, la economía argentina no estaba en aquellos años en condiciones de financiar el déficit del balance de pagos recurriendo al crédito internacional de fuente privada debido a que el acceso a estos mercados era muy limitado. Se imponía en consecuencia la necesidad de corregir las cuentas externas a través de medidas de ajuste. Las medidas de políticas que solían integrar los planes de ajuste tradicionales eran una devaluación de la moneda (para modificar la composición de la demanda a favor de bienes producidos internamente en detrimento de los extranjeros) y políticas recesivas a través de la reducción del gasto público.
La recesión provocada por estas políticas al contraer el volumen de las importaciones tendía a generar el superávit de la balanza comercial. A partir de este momento la escasez de divisas que había dado origen a la necesidad de ajustar el balance de pagos había desaparecido, dando lugar a una situación de holgura. En las nuevas circunstancia varias cosas comenzaban a funcionar de una manera diferente. Por ejemplo, realizar una política fiscal expansiva para estimular la reactivación económica.
Pero de nuevo, la expansión generaba un nuevos deterioro del balance comercial, motivado por el propio incremento del nivel de actividad, con sus efectos sobre las compras de insumos y bienes de capital importados provocando otra vez perdida de reservas y problema de sostenibilidad y nuevamente la necesidad de ajustar el balance de pagos y el consecuente freno al crecimiento. Así, en lugar de seguir un sendero de expansión sostenida, la economía semiindustrializada argentina se movía en trayectorias quebradas con avances y retrocesos determinados por cierta insuficiencia en la capacidad de generar divisas.
El modelo neoliberal: con el inicio del modelo neoliberal a partir de la dictadura militar de 1976 con el plan de Martínez de Hoz, y que se extendió con el retorno de la democracia hasta el 2003, las crisis por estrangulamiento del sector externo fueron más profundas.
Este modelo de acumulación implicó, junto con un marcado proceso de desindustrialización, un fuerte crecimiento de la deuda externa. De esta forma, creció la necesidad de divisas como consecuencia del pago del servicio de la deuda externa que, en muchos casos, se sumaba al déficit comercial generado por el “boom” importador a partir de la reducción del proteccionismo y la sobrevaluación del tipo de cambio como en el caso de la tablita cambiaria en la dictadura y el modelo de Convertibilidad.
Por lo tanto, a partir del modelo neoliberal instaurado a mediados de la década del setenta se eliminó el modelo stop and go, pero no a partir de la profundización del proceso de industrialización como resultado de un avance hacia la consolidación de la industria pesada, sino más bien como consecuencia de la desindustrialización y la utilización de la deuda externa para evitar cualquier estrangulamiento del sector externo que pudiera generarse en la balanza comercial.
En este sentido, este modelo de acumulación se traducía en un fuerte déficit de cuenta corriente de la balanza de pagos que se cubría con un incremento de la deuda externa. Esta característica condujo a estrangulamientos externos que derivaban en crisis económicas más profundas que en el modelo anterior, debido a la insostenibilidad del mismo. Pues el incremento de la deuda externa para sostener el déficit en la cuenta corriente profundizaba el desequilibrio del mismo al necesitar más divisas para el pago del servicio de la deuda.
El ejemplo más claro de este fenómeno fue la crisis de 2001. El modelo de Convertibilidad que se tradujo en un déficit crónico de la cuenta corriente se sostuvo como resultado del aumento de la deuda externa del sector público, lo cual condujo a una lógica explosiva para la economía argentina.
El nuevo modelo de desarrollo: En contraposición, durante el nuevo modelo de desarrollo instaurado en el 2003 se verificó un fenómeno particular en el sector externo argentino. El crecimiento económico motorizado en gran parte por el sector industrial no condujo a un estrangulamiento del sector externo y por lo tanto no se necesitó del financiamiento externo para sostener la expansión del producto.
Esto es, la fase expansiva durante este período no sólo no condujo a un déficit de la cuenta corriente debido al desequilibrio de la balanza comercial como sucedía durante la industrialización sustitutiva, sino que además se verificó un proceso de desendeudamiento externo lo cual significa que el motor de la expansión fueron factores endógenos de la economía argentina.
Este fenómeno se debió fundamentalmente al fuerte superávit de la cuenta corriente sostenido durante el nuevo modelo de desarrollo que se tradujo en una abundancia de dólares. El superávit de la cuenta corriente arrojó un acumulado de 39.021 millones de dólares entre el 2003 y el 2008.
Este resultado fue fundamental para que el crecimiento económico no generara un estrangulamiento del sector externo y para la entrada de divisas que permitiera el aumento de la reservas del Banco Central de la República Argentina, que pasaron de 14.119 a 46.386 millones de dólares entre diciembre de 2003 y diciembre de 2008.
En resumen, el crecimiento y reindustrialización de la economía argentina a partir del 2003 mostró una fortaleza excepcional en la historia económica argentina. Mientras que la economía creció impulsada por el sector manufacturero, en el sector externo se mantuvo un superávit comercial constante que junto con la política de desendeudamiento externo permitió obtener un superávit en la cuenta corriente de la balanza de pagos que se tradujo en un incremento de las reservas por parte del Banco Central de la República Argentina.
En resumen, y a diferencia de los modelos de acumulación anteriores cuyo principal problema era la escasez de dólares, en la actualidad y como resultado del nuevo modelo de desarrollo se verifica una abundancia de divisas que permite crecer sin restricciones externas y pagar la deuda externa generada en los años anteriores. En este sentido, la utilización de reservas para el pago de la deuda externa permitirá la profundización de la estrategia iniciada en el 2003 de crecimiento, generación de puestos de trabajo, reducción de la pobreza y desendeudamiento externo.

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