viernes, 27 de noviembre de 2009

¿SÓLO DÓLAR ALTO?

Juan Santiago Fraschina pagina 12 suplemento económico cash 22 de noviembre de 2009.

Existe un grupo de economista “heterodoxos” que hablan del nuevo modelo de desarrollo impuesto desde el 2003 como la economía del dólar alto en forma despectiva, tratando de marcar que la única política o la política mas importante es la devaluación de la moneda nacional. Para este grupo de economistas, el modelo actual representa, más allá de algunos pequeños cambios, una continuidad del modelo rentístico-financiero-neoliberal iniciado con la dictadura militar del 1976 a partir de las políticas de Martínez de Hoz y legitimado y profundizado durante los gobierno democráticos posteriores.
El primer punto para señalar de esta visión es la relativización de la importancia de mantener un tipo de cambio competitivo. En un país como la Argentina donde culturalmente existe un fuerte apoyo al dólar bajo, es fundamental que el gobierno haya podido sostener un dólar alto.
En efecto, el modelo de Convertibilidad caracterizado por un tipo de cambio bajo las consecuencias económicas y sociales fueron desastrosas. En primer lugar, generó un “boom” importador, lo cual se tradujo en el quiebre de una gran cantidad de industria y en la profundización del proceso de industrialización. Este rasgos del modelo anterior implicó el aumento de la desocupación, la pobreza y la indigencia.
En segundo lugar, el tipo de cambio bajo que provocó un fuerte incremento de las compras al extranjero implicó una balanza comercial deficitaria al importar más de lo que exportábamos. Este déficit se financió fundamentalmente a través de las privatizaciones y la deuda externa pública. En resumen, la sobrevaluación cambiaria que fue un rasgo esencial del régimen convertible consolidó un modelo de desindustrialización unido a una incrementó de la exclusión social financiado por la venta de las empresas públicas y el endeudamiento externo del sector público.
Por lo tanto, haber conseguido sostener un tipo de cambio alto, que se tradujo en un cierto proceso de sustitución de importaciones y reindustrialización del país con el consiguiente generación de puestos de trabajo, reducción del desempleo y la pobreza, en un país con fuertes tendencias al apoyo del tipo de cambio bajo es un éxito de política económica.
Pero además es la política industrial central de la Argentina. La vigencia de un dólar alto no debe ser la única política en apoyo al aparato manufacturero. En efecto, debe ser acompañada de un conjunto de políticas económicas que acompañen al proceso de reindustrialización, como por ejemplo, una política crediciticia y de promoción pro industrial.
Sin embargo, si esta políticas complementarias se llevarán a cabo en un contexto de tipo de cambio bajo serían inútiles. Por lo tanto, y más allá de reconocer la ausencia de algunas políticas importantes, el sostenimiento del dólar alto es fundamental para cualquier intento de poder consolidar un proceso de reindustrialización de la economía argentina.
Ahora bien, el error de esta visión de economistas “heterodoxos” no es sólo el tema de relativizar la importancia del tipo de cambio alto, si no además el de considerar que la única política pro industrial desde el 2003 haya sido el dólar alto.
Junto con el tipo de cambio competitivo se llevó a cabo un conjunto de políticas fundamentales, con mayor o menos éxito, a favor del sector manufacturero. Por ejemplo, la política de subsidios. El subsidio a los servicios públicos para mantener el precio bajo permite reducir el costo de los industriales, al pagar menos gas y electricidad de los que deberían pagar si esos subsidios no existiría.
Pero también el subsidio al transporte público en definitiva termina beneficiando al sector industrial. En efecto, subsidiar las empresas de colectivos y el tren es abaratar el precio de la mano de obra de los industriales. Pues si el gobierno decide quitarle el subsidio al transporte, lo cual se traduciría en un incremento del boleto de colectivo y del tren, el empresaria tendría que aumentar los salarios de sus trabajadores.
Por lo tanto, la política de subsidia del nuevo modelo de desarrollo implica una reducción de los costos industriales. De nuevo, en un país donde culturalmente existe un repudió al subsidio, sostener esta política es un éxito en defensa del sector industrial.
Pero también el robustecimiento del mercado interno llevado a cabo desde el 2003 es una política industrial central. La mayor parte del sector manufacturero argentino, especialmente la pequeña y mediana empresas, se sostiene de sus ventas al mercado interno.
Existen dos políticas fundamentales que permitieron desde el 2003 la expansión del mercado interno. Por un lado, el incremento en forma permanente del gasto público. Por otro lado, la revitalización de las paritarias que implicaron un aumento del salario de los trabajadores, que junto con la reducción del desempleo se tradujo en un aumento del consumo de los sectores populares.
En un país en el cual el gasto público es visto en forma negativa y el aumento de los salarios de los trabajadores es visualizado como un reclamo desmedido de la clase obrera, sostener estas dos políticas para expandir el mercado interno es un éxito de política económica.
El fortalecimiento de la integración latinoamericana es una política pro industrial. En efecto, mientras que el sector agropecuario, al ser una actividad altamente competitiva, exporta principalmente a los países centrales, el sector industrial argentino exporta a los países latinoamericanos. Por eso es que la consolidación de la integración latinoamericano que permite al sector manufacturero poder incrementar sus exportaciones es una política pro industrial central.
En un país en el cual culturalmente existe una tradición que la Argentina debe tener relaciones carnales con los países centrales sostener y profundización la integración económica con los países de la región es un éxito de política económica.
Las retenciones es otra política pro industrial fundamental. En efecto, las retenciones permiten, por un lado, desacoplar los precios internos de los internacionales reduciendo de esta manera el aumento de los precios. Pero por otro lado, las retenciones permiten incrementar la recaudación del Estado para poder llevar a cabo la política de subsidios.
¿Qué pasaría si se eliminan las retenciones a los productos agropecuarios? Primero, aumentarían drásticamente las exportaciones de los productos del campo desabasteciendo al mercado internos generando de esta forma un aumento de los precios de los productos de primera necesidad. Esto llevaría al aumento de los salarios nominales generando un aumento de los costos laborales para el industrial argentino. Segundo, al eliminar las retenciones se reduce la recaudación del estado, lo cual obligaría a eliminar los subsidios con el consiguiente aumento del gas, electricidad y transporte público provocando de nuevo un incremento de los costos industriales.
En un contexto con el aumento de la ofensiva de las entidades agrarias después de la resolución 125, sostener la política de retenciones es un éxito de política pro industrial.
Por último, conseguir un crecimiento sostenido y sustentable es fundamental para estimular la inversión en la industria. Conseguir un superávit gemelo, es decir, tanto comercial como fiscal, más un proceso de desendeudamiento externo sumado a un incremento de las reservas del Banco Central permitieron darle sustentabilidad a la expansión económica.
La reducción de la incertidumbre permite el aumento de la inversión productiva. En el modelo anterior donde los ciclos económicos eran muy acentuados debido a los vulnerabilidad económica, la incertidumbre era uno de los factores centrales para el aumento de la propensión hacia la inversión especulativa.
Por lo tanto, consolidar una economía menos vulnerable permite reducir las fluctuaciones del producto y al mismo tiempo poder hacer política anticiclica para amortiguar los efectos de las crisis internacionales. Esta mayor solidez de la economía nacional que reduce la volatilidad es un logro esencial para incentivar a la inversión productiva en general y la industrial en particular.
¿Esto implica que todo esta bien en la economía Argentina? ¿Lo dicho anteriormente sugiere que no es necesario ninguna otra política económica para profundizar el proceso de industrialización? La respuesta es no. Existen características de la economía actual que reprodujeron y profundizaron ciertos rasgos del modelo neoliberal y que se deben modificar. Por otro lado, existen otro conjunto de políticas económicas que se pueden deben llevar a cabo para fomentar aún más al sector industrial. Esa nos es la discusión.
La discusión central con los economistas “heterodoxos” críticos es la relativización de todo los que se hizo en materia de política económica desde el 2003 para romper con el modelo rentístico financiero instaurado a partir de mediados de la década del setenta.
¿Habrá que esperar hasta el 2011 cuando gane la oposición para que estos economistas “heterodoxos” puedan valorar todo lo que se esta haciendo desde el 2003 aún sabiendo lo que falta? Espero que no sea demasiado tarde.

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