La crisis del modelo de Convertibilidad se produjo como resultado de la conjunción de problemas propios del régimen con otros exógenos al modelo pero que se influenciaron mutuamente.
En efecto, en el Plan de Convertibilidad se necesitaba un ingreso superior a la salida de divisas para sostener el crecimiento en el largo plazo. Sin embargo, este requisito para el sostenimiento de la paridad cambiaria se fue debilitando a lo largo de la década del noventa tanto por cuestiones internas del régimen de Convertibilidad como por la existencia de distintos shocks externos negativos.
En primer lugar, como resultado del tipo de cambio nominal fijo y la inflación de los primeros años de la Convertibilidad como resabio del proceso hiperinflacionario se produjo una apreciación del tipo de cambio real. A partir de la apreciación del tipo de cambio real junto con la reducción de los aranceles a las importaciones y el crecimiento económico, las importaciones comenzaron a crecer rápidamente. Esta situación generaba un déficit comercial, que se revertía únicamente en los períodos recesivos; siendo una de las causas principales del déficit en la cuenta corriente de la Balanza de Pagos experimentada durante el modelo de Convertibilidad.
Este déficit comercial sumado al aumento del pago de la deuda externa en concepto de intereses y amortizaciones y el crecimiento de la remisión de utilidades como resultado del aumento de la inversión extranjera directa condujeron a un déficit crónico en la cuenta corriente de la balanza de pagos.
Por otro lado, como consecuencia de la consolidación del modelo de valorización financiera durante el régimen convertible se expandió fuertemente la fuga de capitales al extranjero, lo cual implicaba otra salida de divisas de la economía argentina.
De esta manera, el déficit estructural de la cuenta corriente que se experimentó durante este modelo sumado al fuerte crecimiento de la fuga de capitales generó una necesidad permanente de divisas para el sostenimiento del Plan de Convertibilidad. Esto provocó que la economía argentina fuera durante este período altamente vulnerable a los cambios abruptos en el mercado internacional de capitales.
Por su parte, con respecto a la cuenta de capital de la balanza de pagos, la inversión extranjera directa si bien durante el régimen convertible creció enormemente, se caracterizaba en su gran mayoría por la compra de empresas ya existentes, como por ejemplo las empresas públicas privatizadas. Por lo tanto, no representaba una entrada indefinida de divisas. Además, como señalamos anteriormente, la inversión extranjera directa generó una creciente salida de divisas en concepto de utilidades y dividendos.
De esta forma, el régimen convertible dependía del endeudamiento externo para poder equilibrar el Balance de Pagos y generar el ingreso de divisas que se necesitaba. Sin embargo, el crecimiento permanente de la deuda externa, sobre todo pública, implicaba también un aumento sostenido de intereses; lo cual al mismo tiempo conducía a un nuevo aumento del endeudamiento externo.
Asimismo esta necesidad era cada vez más imperiosa debido al peso creciente que tenían la creciente fuga de capitales, el pago de los servicios de la deuda externa y el porcentaje elevado de la repatriación de utilidades y dividendos por parte de las empresas extranjeras.
Por otro lado, durante este período se verificó un efecto negativo sobre las cuentas fiscales. En efecto, el déficit fiscal fue una de las características más sobresalientes del modelo de Convertibilidad, sobre todo a partir de la creación de las AFJP.
De esta forma, la economía argentina a partir de la crisis final del Plan de Convertibilidad experimentaba un doble déficit. Por un lado, el déficit de la cuenta corriente que generaba el aumento del endeudamiento externo del Estado para introducir las divisas necesarias para el sostenimiento del régimen cambiario. Por otro lado, el déficit fiscal que provocaba el incremento de la deuda pública y que implicaba una necesidad creciente de financiamiento para el sector estatal.
Asimismo, a partir de la sucesión de shocks externos negativos, iniciado con la devaluación asiática y seguido por el default ruso en 1998 y la devaluación de Brasil en 1999, se produjo el racionamiento de fondos prestables a los países en desarrollo, que en la economía argentina se agravó debido a los problemas macroeconómicos que atravesaba a fines de la década del noventa.
Este desequilibrio macroeconómico y el contexto internacional adverso condujo a una lógica explosiva para la economía argentina. Esto es, el aumento de la deuda pública generaba un incremento de los servicios de la deuda que era cubierto con un mayor endeudamiento. Sin embargo, esta dinámica provocaba un incremento del riesgo país y por lo tanto de los intereses que el sector público debía pagar por la deuda contraída, lo cual obligaba a una necesidad mayor de endeudamiento público, al mismo tiempo que se producía una contracción de los capitales internacionales para los países subdesarrollados en general y para la economía argentina en particular.
En un contexto de una macroeconomía inestable se produjo a lo largo del 2001 una “corrida” de depósitos bancarios ante el temor de los ahorristas. Este pánico aceleró y profundizó el desenlace de la crisis económica.
Debido a este drenaje de depósitos se instaló el denominado “corralito” adoptado en noviembre de 2001, es decir, la restricción al retiro de dinero por parte del público, lo cual explicitaba el colapso bancario producto de la crisis económica que generó la salida del modelo de Convertibilidad.
Por otro lado, en términos de largo plazo el régimen de Convertibilidad fue una profundización del modelo económica instaurado a partir de la última dictadura militar y legitimado durante el gobierno de Alfonsín.
En este sentido, las consecuencias económicas y sociales más importante de las políticas económicas aplicadas en la década del noventa fueron:
- La desindustrialización de la economía argentina y el aumento de la simplificación productiva
- Primarización de las exportaciones y el auge importador de bienes industriales
- El aumento de la concentración económica
- El aumento de la deuda externa y la fuga de capitales
- La persistencia del déficit fiscal y el aumento de la deuda pública
- El aumento de la extranjerización de la economía argentina
- El incremento de la exclusión social
Con la devaluación de la moneda nacional, y de esta forma la caída del régimen convertible, la economía argentina experimentó, sobre todo con el gobierno de Kirchner, importantes cambios con respecto al modelo económico instaurado durante la década del noventa.
En primer lugar, el crecimiento económico no se sustenta en el endeudamiento público como sucedía en el modelo de Convertibilidad, pues a partir de la economía post devaluación el aumento del Producto Bruto Interno se produce al mismo tiempo que la deuda externa pública se reduce.
Asimismo, las reservas del Banco Central aumentan junto con la constitución de un fondo anticiclico generado a partir del superávit fiscal conseguido durante este período; aumentando de esta manera la solidez de la economía argentina al evitar la posibilidad de una corrida bancaria y contar con los recursos necesarios ante una desaceleración del crecimiento económico. Estas características permiten a la economía argentina presentar una menor vulnerabilidad a los cambios en los mercados internacionales de capitales.
Por otro lado, en lugar de existir un Estadio ausente, en la economía post convertibilidad el sector público incrementó sustancialmente el gasto público; y sobre todo el asociado a la inversión pública para la reconstrucción de la infraestructura necesaria para sostener un crecimiento económico en el largo plazo.
Al mismo tiempo, este aumento del Producto Bruto Interno es acompañado por una recuperación del sector industrial, revirtiendo de esta forma la continua reducción de la participación de la producción manufacturera que se venía produciendo durante los últimos años.
Por ultimo, y no menos importante, este crecimiento económico, y a diferencia de los sucedido durante el modelo de Convertibilidad, genera una recomposición de la situación social; verificada en la reducción del desempleo, la subocupación, el trabajo en “negro”, la sobreocupación, la pobreza, la indigencia y el mejoramiento en la distribución del ingreso.
En resumen, el régimen convertible instaurado a principios de la década del noventa durante el gobierno del Dr. Carlos Menem y ratificado durante el gobierno de la Alianza era insostenible. Insostenible económicamente debido a que se sustentaba en el aumento de la deuda pública externa. Insostenible socialmente debido a que se traducía en un aumento del desempleo, subempleo, trabajos no registrados, pobreza e indigencia.
En cambio, la economía post devaluación es sustentable desde el punto de vista económico y social. Desde el punto de vista económico en la actualidad la economía argentina ha experimentado seis años de crecimiento ininterrumpido superando en pesos al nivel del producto pico alcanzado en el año 1998. Pero además mientras que en 1998 la economía argentina marchaba hacia el colapso, el crecimiento post devaluación es acompañado por un superávit fiscal y comercial junto al aumento constante de las reservas del Banco Central. En otras palabras, el crecimiento económico post Convertibilidad no se sostiene, como dijimos, en el endeudamiento externo público, lo cual lo transforma en un crecimiento sustentable desde el punto de vista económico.
Pero también es sustentable desde el punto de vista social. En efecto, y a diferencia de los sucedido en el Plan de Convertibilidad, a partir del crecimiento post devaluación se inició una fuerte reducción del desempleo, subempleo, pobreza e indigencia y una leve disminución del trabajo en “negro”.
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1 comentario:
Muy buena explicación. Simple y clara.
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