sábado, 20 de febrero de 2010

LECCIONES DE POLITÍCA ANTICÍCLICA

por Juan Santiago Fraschina, Buenos Aires Economico, 10 de febrero de 2010


Uno de los rasgos centrales del nuevo modelo de desarrollo instaurado en el 2003 y caracterizado por un proceso de reindustrialización con inclusión social es la política fiscal, la cual se estructura en dos puntos centrales. Por un lado, un fuerte incremento de la presión tributaria que permitió aumentar en forma sostenida la recaudación fiscal, destacándose en este rubro los impuestos progresivos como por ejemplo las retenciones a los productos primarios.
Por otro lado, y sustentado por el aumento de los recursos del Estado, un aumento permanente del gasto público, esto es, una política fiscal expansiva. Esta política es central para el incremento del mercado interno que es uno de los rasgos estructurantes del nuevo modelo económico vigente desde el 2003.
En efecto, el gasto estatal se suma a la mayor creación de puestos de trabajo y a la suba de los salarios a partir de la reactivación de las paritarias y de las jubilaciones para la expansión del mercado interno como motor fundamental de la economía nacional. Este mayor gasto del sector público se traduce fundamentalmente en tres puntos: en primer lugar, en mayor infraestructura a partir de la construcción de escuelas, hospitales, entre otros, en segundo lugar, en contención de la inflación debido a los subsidios al transporte, energía y ciertos productos básicos que consumen los sectores populares y en tercer lugar, una fuerte política social para los sectores más vulnerables.
Pero al mismo tiempo que durante el modelo kirchnerista se expande las erogaciones del Estado, se sostiene el superávit fiscal primario, es decir, antes de pagar los servicios de la deuda, y financiero, esto es, luego de pagar los servicios de la deuda pública. Por lo tanto, durante el nuevo modelo de desarrollo no sólo se produjo un aumento del gasto del Estado sino que además se experimentó un importante ahorro del sector público sostenido básicamente a partir del incremento permanente de la recaudación fiscal; dándole mayor sustentabilidad a la expansión económica.

LA CRISIS DE 2009: Durante la década del noventa, en todas las crisis internacionales que se verificaron, como por ejemplo la crisis desatada en México en 1994 y que se conoció como el efecto tequila, los gobiernos aplicaron una política procíclica que implicaba una fuerte reducción del gasto público (las denominadas políticas de ajuste).
Las consecuencias son bien conocidas: la reducción del gasto del Estado profundizaba los efectos de las crisis internacionales, comprimiendo aún más el mercado interno, lo cual generaba un fuerte aumento del desempleo, la pobreza y la indigencia. Todo esto implicaba un circulo vicioso de caída del producto, menor recaudación fiscal, reducción del gasto público, mayor desempleo, pobreza e indigencia que volvía a generar una nueva disminución de la demanda interna y por lo tanto, una profundización de la crisis económica y social.
Sin embargo, durante la crisis de 2009, el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner optó por una alternativa diferente. En medio de una de la peores crisis internacionales que provocó una desaceleración en el crecimiento de la recaudación tributaria, el gobierno nacional siguió incrementando el gasto público con el objetivo central de amortiguar los efectos de la crisis en la economía argentina.
Por lo tanto, en el 2009 en el contexto de crisis internacional se experimentó un aumento del gatos público primario del 30,18% en comparación al 2008, llegando el mismo a 242.928,6 millones de pesos. Por su puesto que, por los efectos de la crisis, se produjo una desaceleración en el crecimiento de la recaudación, la cual se expandió menos que el gasto público. En este sentido, en el 2009 los ingresos totales aumentaron un 18,75% en comparación al 2008, llegando a 260.214,2 millones de pesos.
A pesar de este fenómeno, es decir, a la fuerte política fiscal expansiva y un menor crecimiento de los recursos, el gobierno nacional pudo sostener el superávit fiscal primario. En efecto, en el 2009 el resultado acumulado primario fue de 17.285,6 millones de pesos, lo cual representa 1,53% del Producto Bruto Interno.

Es cierto que el resultado primario de 2009 es un 51,35% (18.243,1 millones de pesos) menor al superávit primario de 2008. Sin embargo, esta disminución fue un acierto del gobierno nacional, debido a que en un contexto económico – financiero internacional desfavorable, la política fiscal proactiva que se tradujo en un fuerte aumento del gasto público fue fundamental para fortalecer al mercado interno y mantener los puestos de trabajo.
A su vez, debido a los fuerte vencimiento de deuda pública, no se pudo sostener el superávit financiero, el cual arrojó un déficit de 7.131,1 millones de pesos, siendo un 148,66% (21.785,9 millones de pesos) inferior al registrado en el 2008.
Con respecto a este último punto es importante realizar una aclaración: este resultado es producto de la herencia de los gobiernos anteriores y específicamente del modelo rentístico financiero (1976-2003) que se tradujo en un fuerte crecimiento de la deuda del Estado. En la actualidad, el nuevo modelo de desarrollo instaurado en el 2003 se está haciendo cargo de esa deuda, lo cual implica importantes erogaciones que debe realizar el Estado Nacional.
En el contexto de la crisis internacional, la ortodoxia económica, como en los años noventa, empezó a recomendar políticas de ajuste fiscal, esto es, reducción del gasto público para evitar justamente un déficit fiscal.
Sin embargo, esto hubiera implicado, como en el modelo de Convertibilidad, una reducción de la demanda, amplificación de las repercusiones de la crisis financiera internacional en la economía argentina, caída fuerte de la recaudación impositiva que hubiera implicado un déficit fiscal. Pero a su vez, la disminución de las erogaciones del Estado y su consiguiente caída del mercado interno y del producto también se hubiera traducido en un aumento explosivo de la desocupación, subocupación, pobreza e indigencia.
Por lo tanto, la recomendación de los sectores dominantes y del establishment económico no sólo hubiera generado un mayor empeoramiento de las cuentas fiscales sino que además hubieran implicado una fuerte crisis social.
En contraposición, el gobierno nacional apostó a uno de los pilares del nuevo modelo de desarrollo, esto es, el incremento sostenido del gasto público a pesar de la desaceleración en el aumento de los recursos del Estado como consecuencia de la crisis financiera internacional. Los resultados de dicha política fueron sumamente positivos. En términos económicos gracias al aumento de las erogaciones del Estado que permitió sostener la demanda interna la Argentina fue uno de los pocos países que en el 2009 en medio de la crisis financiera internacional siguió creciendo. Por su puesto que la expansión del producto fue menor a la verificada en los años anteriores; sin embargo, el producto del 2009 fue mayor al de 2008.
Este resultado, entre otros fenómenos, permitió que los recursos del Estado en medio de la crisis no sólo no cayeran sino que se incrementaran a los largo del 2009; lo cual implicó que el Estado Nacional pudiera sostener un superávit fiscal primario y que el déficit financiera fuera sumamente reducido en términos históricos.
Pero además, el incremento sostenido de las erogaciones del Estado evitó que la crisis financiera internacional se traduzca como en la década del noventa en una crisis social. En efecto, en el 2009 el gobierno pudo sostener tasas de desempleo de un digito a pesar de los efectos que la crisis tuvo sobre la economía argentina.
Por lo tanto, y a contraposición de lo propuesto por los economistas ortodoxos, la política fiscal expansiva desarrollada por el gobierno nacional durante el 2009, siendo uno de los pilares centrales del nuevo modelo de desarrollo, permitió amortiguar económica y socialmente los efectos de la crisis internacional al mismo tiempo que pudo cumplir con los servicios de la deuda pública generada en años anteriores y evitó que se deteriorará abruptamente las cuentas públicas del Estado Nacional.

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